Aquel desfile
― ¿Susana?
― Hola, ¿cómo estás?
― Muy bien y tú, como siempre, ocupada.
― Es la vida después de adultos.
― Sí, no sé para qué queríamos crecer.
― Sí, la vida de un niño es mucho más simple que la de un adulto, aunque cada una tiene sus ventajas y desventajas.
― A pesar de todo, no quiero volver a ser niña, y adolescente mucho menos.
― Sí, me encanta la independencia que tengo ahora y que antes no tenía.
― ¿Y qué cuentas?
― Nada, ayer estuve de compras, le pedí a Julián que me acompañe. No quería, pero al final aceptó. A él no le gusta ir de compras.
― ¿Y qué compraste?
― Algunas cosas que necesitaba, estaba todo tan lindo. Le dije a Julián que compre algo, pero no quiso nada.
― No a todos les gusta la moda. Tu hermano es uno de ellos.
― Sí, lo sé. ¿Recuerdas ese desfile al que fuimos el verano pasado?
― Sí, en punta cana.
― Estuvo espectacular, ¿no?
― Sí, yo estaba muy emocionada con los pantalones, y las nuevas blusas y esos vestidos y zapatos maravillosos.
― Yo estaba muy triste porque mi novio no pudo ir conmigo. Ese día discutió con su hermano y estaba muy enojado, no quiso venir conmigo. Yo había hecho muchos planes, ¡Estaba tan decepcionada!
― Sí, pero disfrutaste mucho, yo estaba feliz porque estabas conmigo.
― Sí, y qué bueno, porque habíamos planeado ese viaje mucho tiempo antes. Además, conociste a Roberto.
― Sí, Roberto. Un chico atractivo, elegante, agradable, gracioso, muy buena persona. Lástima que tuvo que irse del país.
― Sí, lástima.
― Ojalá esté bien.
― Yo también deseo que le vaya bien y que nos podamos ver pronto. Es una persona muy dulce.